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Las mujeres argentinas, entre el deseo tardío de ser madres y la tiranía del reloj biológico
06:38 - Fuente: CNN
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“Como tener un millón de dólares en el banco”. Esa fue la sensación que Rocío Carbajo dice que tuvo el día que congeló sus óvulos. Conservó algunos en ese estadío y también tres embriones con su pareja. Fue una decisión práctica, una reserva individual para ella -“por las dudas”, como un fondo personal- y otra junto a su novio.

Tenía 36 años y planes de mudarse de Buenos Aires a Barcelona. Se hizo estudios pensando en la maternidad a futuro y su médica le recomendó la criopreservación. “La idea fue congelar para venirme a vivir acá con eso resuelto”, explica ahora desde la ciudad catalana. Entonces, no pensó que tres años más tarde, después de intentar por la vía natural sin éxito, la primera transferencia de uno de sus embriones tampoco terminaría con un embarazo.

La historia de Rocío forma parte de una estadística: la de que cada vez más mujeres, en Argentina, eligen postergar la edad para tener hijos. La cultura cambia, pero la biología ¿acompaña?

Según datos oficiales, en 1980 los niveles de fecundidad más altos se daban entre las mujeres de 20 a 29 años. Cuarenta años después, en 2020, ese número se extiende a las mujeres de 30 a 34 años y la tendencia se repite en otras partes del mundo, como Estados Unidos y España.

La otra cara de las cifras: la natalidad baja. Expertos registran que cuando las personas tienen su primer hijo más tarde, tienden a tener menos hijos. Si en 1980 había 25 nacimientos por cada mil habitantes en Argentina, en 2020 la tasa cayó a menos que la mitad: 11,8.

Romina Pesce es jefa del área Fertilidad y Reproducción del Hospital Italiano de la Ciudad de Buenos Aires y dice a CNN que este fenómeno global responde a algunos cambios sociales que la mujer fue teniendo, como el a la educación formal, la incorporación al mercado laboral, el desarrollo profesional, la autonomía financiera y el a los anticonceptivos.

Pero Pesce advierte que muchas veces hay una falsa percepción de que las técnicas de reproducción asistida pueden resolver casi todos los problemas o dificultades que aparecen en términos de infertilidad, “y eso no es así”, subraya.

“La tesis todo bien, pero tus ovarios no se enteran”

Marina Larrondo, Socióloga y autora de "La suerte de tu lado", madre a los 42 años

Marina Larrondo, socióloga e investigadora del Conicet, estaba convencida de que la edad no iba a ser un problema en su caso. Su mamá tenía 39 años cuando la tuvo a ella y su abuela 47 cuando tuvo a su mamá. En su familia -estaba convencida- las mujeres mayores parían. Su prioridad era la carrera.

Por eso, cuando a sus treinta y pico una médica puso el tema sobre la mesa, le pareció invasivo. “Me dijo, ‘¿tenés planes de embarazo? Porque la tesis, todo bien, pero tus ovarios no se enteran’”, relata a CNN. “Sociologicé ese discurso, como diciendo, siempre a las mujeres nos quieren dominar, tenés que ser madre o no valés”.

Pero existe una línea divisoria entre desandar mandatos y lo que ocurre en el cuerpo con el paso del tiempo: el reloj biológico.

“La mujer tiene una limitación en cuanto a la edad”, dice Pesce. “Las mujeres nacemos con una cantidad de óvulos determinados que se van utilizando a lo largo de nuestra vida reproductiva y no solamente hay una reducción en el número, sino también en la calidad, que es un aspecto intangible, donde lo que se expresa es la capacidad que tiene ese óvulo de, una vez fertilizado, generar un embrión competente”, explica. “A partir de los 35, 36 años, esa pérdida numérica y de calidad se acelera muchísimo”, señala.

Cuando Marina dejó de fumar -“era superadicta a la nicotina”, dice-, para encarar la búsqueda de su primer hijo tenía 37, casi 38 años y, a diferencia de otras mujeres de su familia, se topó con abortos recurrentes durante el primer trimestre de gestación que le impedían llevar un embarazo a término. Algo que, de acuerdo con la explicación de su médico y con base en los estudios que se practicó entonces, estaba asociado con la edad.

A los 42 años, Marina finalmente logró ser madre de una nena mediante un tratamiento de alta complejidad. Antes, lo había intentado durante varios años con terapias alternativas, relacionadas con el bienestar espiritual y prácticas holísticas, a través de grupos en redes sociales, y aun así atravesó por tres pérdidas más.

En 2024, Larrondo publicó un libro, “La suerte de tu lado”, en el que relata sus vivencias. “Tenía ganas de homenajear a la ciencia porque, como socióloga y en mi paso por este tránsito, vi a otras mujeres y a mí misma, también, con mucho autoengaño, de relativizar la edad, y uno va entrando en un circuito donde la información va siendo lo que uno tiene ganas de hacer y de escuchar”, explica.

“Los médicos y la ciencia tienen la obligación de darte la información tal cual es, pero, en definitiva, el que la toma como la toma es uno”, concluye.

Una ley que acompaña

En Argentina existe una ley de fertilización asistida, la Ley 26.862, que garantiza el sin costo a tratamientos de baja y alta complejidad, para personas con dificultades reproductivas diagnosticadas.

La normativa no contempla a quienes buscan diferir la maternidad de manera optativa, pero cubre tratamientos con óvulos propios a mujeres de hasta 44 años y con óvulos donados hasta los 51.

En los estudios previos a su viaje a Barcelona, a Rocío le descubrieron una obstrucción en las trompas que le permitió acceder a la cobertura y optar por la criopreservación, es decir, congelar óvulos y embriones.

“Si lo veo a la distancia todo fue demasiado pragmático”, dice Rocío. “Siempre había romantizado la maternidad, embarazarme en el campo, parir… De hecho, durante mucho tiempo el universo de la fertilidad asistida me parecía que no estaba muy bueno porque pensaba ‘si tu cuerpo no está disponible para gestar, que no geste’”. Pero después, se sorprendió a sí misma en un proceso que dice que le despertó niveles de consumismo y creencias en los que ahora le cuesta reconocerse.

En la actualidad, enfrenta un dilema, si insistir o no con un nuevo tratamiento, con el agregado de que tiene que trasladarse a Buenos Aires, al menos para la implantación.

Todo esto me lleva a replantearme si quiero o no quiero y hasta qué punto. ¿Qué estoy dispuesta a hacer para ser madre?”, reflexiona.

Los límites de cada vivencia y las posibilidades de la ciencia

Graciela Pardo, Consultora psicológica y autora de "Todo mal, cigüeña".

“El tema de la búsqueda de un hijo cuando no llega es que toma una centralidad absoluta en tu vida”, dice a CNN la consultora psicológica Graciela Pardo. Es autora del libro “Todo mal, cigüeña” y acompaña a mujeres con dificultades reproductivas.

A los 39 años, cuando conoció a su actual marido, Pardo buscó quedar embarazada, pero después de cuatro años de intentarlo dijo: “basta”. “Padecí muchísimo los tratamientos, me reforzó muchas inseguridades que ya tenía como mujer y como persona”, recuerda.

Pesce, del Hospital Italiano, explica que los tratamientos de reproducción suelen ser largos para muchas de las parejas que los atraviesan y que el grado de desgaste que puede aparecer implica también un impacto personal. Sin embargo, cuando la propia biología impone un límite, se abren otras posibilidades.

“Muchos de esos ‘hasta acá llegué’ después terminan encontrando una solución o ese hijo tan esperado cuando pueden aceptar otras variantes dentro de la reproducción como las gametas donadas, la ovodonación, que es casi uno de cada dos o tres tratamientos de los que nosotros hacemos”, dice.

Otra posibilidad podría ser la adopción. Sin embargo, los registros oficiales muestran una caída en el número de aspirantes a adoptar en los últimos años.

Hay quienes también encuentran un camino posible fuera de la maternidad.

Graciela dice que su terror era pensar quién iba a ser ella si no era madre, pero esa misma pregunta fue la que la salvó: “Tenía 43 años, ¿cómo ‘quién voy a ser’? Ya soy una mujer que no tengo hijos hace un montón de tiempo y soy una persona con emociones, con muchísimo amor”, relata.

“La fertilidad tiene de particular que es que todo el tiempo un ciclo donde estás con la esperanza, la ilusión y la frustración, esperanza, ilusión, frustración”, dice Larrondo. “Es muy difícil de sobrellevar, por eso el título del libro ‘La suerte de tu lado’, tiene que ver no con cualquier suerte, sino con el azar biológico”, explica, que puede caer de un lado o del otro.